Esa vez se llevaron lo más preciado en mi casa (después de Porfirio, de mis libros, de mis discos y de mis fotos en papel): ¡mi computadora en pleno episiodio de elaboración de tesis! O sea, fue el equivalente a la catástrofe.
Debido a eso converti mi guarida en una sucursal de Guantánamo, como se puede ver en la siguiente foto, en la que Porfirio quedó atrapado entre alambres: